Las microgotas, burbujas o humedad suspendida en el aire poseen un importante efecto de amortiguación en las ondas sonoras debido a que las mismas deben chocar contra ellas perdiendo parte de su energía.
Ya en la segunda guerra se utilizaba esta propiedad de las burbujas, pero utilizando el aire como medio generador. Los submarinos alemanes poseían una cobertura de goma repleta de pequeños agujeros o depresiones donde al sumergirse anidarían burbujas de aire produciendo una cierta amortiguación contra los sonidos del sonar. De esta manera el submarino tenía un mayor margen o distancia antes de ser detectado.
Fuera del agua una forma económica de generar las mismas burbujas amortiguadoras es el vapor de agua o microgotas en suspensión.
Luego de la guerra este mecanismo físico no había sido demasiado útil hasta que se detectaron problemas de daños por vibración sonora durante los despegues de los planes espaciales Rusos y Americanos.
Usted probablemente ha notado la gran cantidad de vapor durante un despegue y piense que  corresponde a humo proveniente de la ignición, o que es el vapor resultante de las llamas del cohete chocando contra los piletones en la fosa deflectora bajo ellos. Pero no es así, se trata del mecanismo o sistema de agua para la supresión del sonido.
La mayor parte de ese humo es vapor de agua procedente de los 300.000 galones, algo más de 1.135.000 de litros, que libera el sound suppression water system en 41 segundos durante los despegues.


Su objetivo es proteger la estructura del cohete suprimiendo las ondas de choque de sonido. No protege a la plataforma de lanzamiento ni a la estructura de soporte del transbordador de las llamas como pudiera parecer, ya que hasta una altura de unos 100 metros (300 pies) las llamas son desviadas por los correspondientes deflectores hacia las tres trincheras dispuestas para tal efecto.
Pero justo a esos 300 pies de altura sobre la plataforma la carga producida por las ondas de sonido alcanza su pico, y recién deja de ser un problema a eso de los 1.000 pies (algo más de 300 metros).
El sistema de supresión se agregó a las plataformas de lanzamiento después de la misión STS-1 cuando se comprobó que las ondas de choque del sonido reflejadas por las partes metálicas de la estructura de lanzamiento causaban cargas excesivas en el transbordador y el material transportado.
Gracias al SSWS se consigue reducir el nivel de ruido que han de soportar el transbordador y su carga de 145 decibelios hasta los 142, que aunque parezca una merma insignificante es suficiente para mantener sus efectos por debajo de los límites de diseño. Conviene recordar que los decibelios se miden en una escala logarítimica, por lo que esto supone reducir el nivel de ruido mil veces a la mitad.
La mayoría de ese vapor de agua tampoco está generado por el calor que se produce en el lanzamiento sino por la energía que las vibraciones sonoras le transmiten al agua, que la convierten en vapor instantáneamente.
¿Curioso no?
Este sistema es tan importante que de hecho el astronauta Charles Bolden cuenta que a 400 pies de un lanzamiento las llamas lo matarían si estuviera al descubierto, pero que a 800 pies sería el sonido el que lo haría.
Hay dos componentes principales para este sistema de supresión de energía acústica:
Un sistema de rociadores de agua que provee un colchón de agua el cual es dirigido a la fosa de llamas directamente debajo de cada booster.
Una serie de bolsas de aguas distribuidas alrededor de los huecos de llamas que  proveen de una masa de agua que facilita la absorción del pulso de presión reflejado.

Usados juntos, esta barrera de agua impide el paso de las ondas de presión de los boosters, disminuyendo su intensidad.


El sistema de supresión sonora incluye un tanque de agua con una capacidad de 1.135.620 L. El tanque tiene 88 m de alto y está ubicado en una posición elevada adyacente a cada plataforma. El agua es liberada justo antes de la ignición de los motores del transbordador espacial y fluye a través de cañerías de un diámetro de 2,1 m. El trayecto lo realiza en cerca de 20 s. El agua es expulsada a través de 16 boquillas encima de los deflectores de llamas y a través de unas aberturas en el hueco de la plataforma lanzadora para los motores principales del orbitador, comenzando a T menos 6,6 s (T corresponde a tiempo (time, en inglés) que define el preciso momento del lanzamiento).

Para el momento en que los SRB entren en ignición, un torrente de agua cubre la plataforma lanzadora gracias a seis enormes toberas o rociadores fijados en su superficie.
Los rociadores miden 3,7 m de altura. Los dos centrales miden 107 cm de diámetro; los restantes cuatro tienen 76 cm de diámetro.

El punto de mayor flujo de agua se da a los 9 segundos después del despegue con 3.406.860 L desde todas las fuentes.

Los niveles acústicos llegan a su máximo cuando el transbordador está a unos 300 m sobre la plataforma de lanzamiento. El peligro disminuye a una altitud de 305 m.

En caso de una misión abortada, un sistema de inundación post-apagado se encargaría de enfriar la parte inferior del orbitador. También controla la quema del gas de hidrógeno residual después de que los motores hayan sido apagados con el vehículo en la plataforma. Hay 22 bocas de agua alrededor del hueco de escape para los motores principales dentro de la plataforma lanzadora. El agua es alimentada por una línea de abastecimiento con un diámetro de 15 cm, logrando que el agua fluya a 9.463,5 L/min.




Sacamos datos de Microciervos y Wikipedia



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