El debilitamiento gradual del campo magnético de la Tierra es un fenómeno conocido desde hace tiempo. Se estima que en el último siglo y medio ha reducido su intensidad al menos en un diez por ciento, aunque en zonas como la Anomalía del Atlántico Sur está disminuyendo diez veces más rápido que en otros lugares. Según un estudio científico publicado el pasado año en Nature Geoscience, este debilitamiento podría provocar una inminente inversión magnética de los polos. Nuestra Tierra, al igual que otros planetas del Sistema Solar, posee un campo magnético que se extiende desde su núcleo hasta el espacio exterior, en el que va perdiendo progresivamente su intensidad. Gracias a este campo, el planeta se comporta como un imán gigante con sus dos polos magnéticos, que además se encuentran próximos a los polos geográficos -el polo norte magnético está actualmente a 1.800 kilómetros del polo norte geográfico-.
El campo magnético terrestre forma un escudo protector contra el viento solar, que es el flujo de partículas cargadas de alta energía procedentes del Sol. Y este escudo, que se conoce como magnetosfera, es lo que ha protegido siempre la vida de la Tierra contra gran parte de la radiación que fluye desde el Sol.
El campo magnético de la Tierra se ha debilitado al menos un 10% en los últimos 150 años, lo que para Mandea y Olsen podría apuntar a una próxima inversión de los polos.
Se tiene constancia que la magnetosfera no siempre ha tenido la misma fortaleza, ya que está sujeta a fluctuaciones naturales de máxima y mínima intensidad. En la actualidad, la magnetosfera se está debilitando progresivamente, pero se considera que sus niveles se encuentran todavía por encima de la media cuando se compara con otros períodos recientes.
Sin embargo, un reciente estudio científico señala que fluctuaciones menores y más rápidas podrían provocar atenuaciones de la protección de la magnetosfera en cuestión de meses. El geofísico Mioara Mandea, del Centro de Investigación Alemán GFZ para Geociencias en Potsdam (Alemania) lleva años estudiando cómo súbitos movimientos de fluidos en el interior del núcleo de la Tierra pueden alterar su envoltura magnética. Concretamente, Mioara Mandea hace referencia a cambios que se están produciendo en la zona conocida como Anomalía del Atlántico Sur, un punto débil en la burbuja magnética protectora de la Tierra. Mandea ha desarrollado junto con Nils Olsen, geofísico de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, un modelo que pretende explicar cómo estas rápidas y puntuales fluctuaciones de la magnetosfera pueden afectarle en su conjunto.
El campo magnético de la Tierra se ha debilitado , lo que para Mandea y Olsen podría apuntar a una próxima inversión de los polos. Que el campo magnético de la Tierra se debilite, no implica necesariamente la cercanía de una inversión, pero sí una probabilidad de la misma, como señalan ambos investigadores. Aunque su trabajo es uno de los más recientes, existen más estudios científicos que lo corroboran. Aún así, no existe un consenso general sobre la inminente inversión.
En los últimos cinco millones de años, el campo magnético terrestre ha sufrido más de veinte inversiones, la última de las cuales fue hace 780.000 años.
La comunidad científica reconoce que las inversiones geomagnéticas son de naturaleza caótica, y que no hay forma de predecirlas. Podrían suceder con carácter inminente o no tener lugar hasta dentro de varios miles de años. Gracias a indicios registrados en los sedimentos marinos, se sabe que en los últimos cinco millones de años, el campo magnético terrestre ha sufrido más de veinte inversiones, la última de las cuales fue hace 780.000 años.
Las consecuencias que podría tener un cambio súbito de los polos magnéticos Norte-Sur, es un tema ampliamente discutido y sobre el que no existe un consenso científico común. Lo que sí es conocido es que el cambio trae consigo un debilitamiento del campo magnético, seguido de un periodo de recuperación y reorganización de la polaridad opuesta.
La vulnerabilidad de la Tierra ante las tormentas solares es el efecto que más se señala como consecuencia de este debilitamiento. El propio Mandea afirma que “si hubiese tormentas magnéticas y partículas de alta energía procedentes del Sol, los satélites podrían verse afectados y perderse sus conexiones”.
Una presión del viento solar lo suficientemente intensa sobre la magnetosfera débil, podría alterar las órbitas de los satélites, dañar las comunicaciones de todo el planeta, estropear todo tipo de aparatos eléctricos, e incluso, si la radiación es lo bastante intensa, afectar a las personas.
Como tantos procesos naturales movidos por fuerzas caóticas, es impredecible conocer cuándo sucederá la próxima inversión magnética polar. Puede que jamás asistamos a ella o puede, tal y como apuntan Miomara y Olsen, que sea inminente. Δ
Nota de José M. López para la revista Fusión
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